miércoles, 20 de agosto de 2008

EL CINE CANNÁBICO (2ª Parte)

La guerra de Vietnam terminó de dinamitar los tabúes en torno al cannabis. Películas de blaxploitation como Shaft y Superfly reflejaban los nuevos comportamientos de los barrios de Estados Unidos. La caída del franquismo en España también propició la apertura del cine al costo, que era lo que se fumaba por estas latitudes. Pero el episodio más delirante en la historia del cine cannábico corresponde a las películas de Cheech y Chong, unos Pajares y Esteso en versión colgada que entre 1978 y 1983 crearon un subgénero propio. Películas de calidad ínfima con títulos vergonzantes -atentos a las traducciones al español: ¡Cómo flotas, tío! y Seguimos fumando, por citar dos- y bromas más bien cutres relacionadas con porros gigantes, densas nubes de humo, bongs (las pipas de agua) y toda la parafernalia de este mundo. Aunque la broma se agotó rápido, Martin Scorsese les fichó para ¡Jo, que noche! (1985).

A partir de aquí, el desmadre. Lo que antes era un gueto cinematográfico (había que estar muy drogado para tolerar la mayoría del cine cannábico) fue abriéndose y el consumo empezó a mostrarse como algo natural. Es significativa la escena de Algo pasa con Mary en la que Ben Stiller y Cameron Diaz se están fumando un porro como si tal cosa y sin que ello sea motivo para bromas sobre flipes.

Pero si hay una película de cabecera para el porrero, ésa es El Gran Lebowski (1998), dirigida por los hermanos Coen y protagonizada por Jeff Bridges. Su protagonista, El Nota, echa mano de la «hierba del demonio» para salir de los embrollos y de conversaciones trascendentes como ésta:

-¿Qué es lo que nos hace hombres, señor Lebowski?
-¿Eh? Pues no lo sé, señor.
-¿Quizá la capacidad de hacer sea lo que sea, cueste lo que cueste?
-Eso y un par de testículos. ¿Le importa que me fume un peta?

Friday (protagonizada por el rapero Ice Cube) y Buen rollito (duelo interpretativo entre los también raperos Method Man y Redman) se centraron en los hábitos fumetas de la comunidad negra. Por otra parte, la marihuana ha sido un combustible utilizado en las películas que querían hacer un retrato descarnado de la sociedad estadounidense. Pasó con la oscarizada American beauty, donde un joven camello (Wes Bentley) redime a un maduro desengañado (Kevin Spacey), un argumento bastante similar a The Wackness.
Pasó también con Kids, retrato sexual y tóxico de la juventud de Nueva Cork filmado por Larry Clark.

También en Europa han germinado las semillas de este cine. Saving Grace (estrenada en España en 2000 como El jardín de la alegría) cuenta con un argumento sospechosamente parecido al que luego emplearía Weeds: una viuda decide plantar marihuana para tapar los agujerillos de la pensión. Y cuando parece que el cine cannábico está a punto de consumirse, llegan Harold y Kumar -los Cheech y Chong redivivos- con su saga (una vez más, hay que darle las gracias a los traductores de títulos de películas estadounidenses). Dos colgaos muy fumaos. Hay hierba para rato, pues.

EN ESPAÑA TAMBIÉN SE FUMA

Hay quien sostiene que el verdadero introductor del cannabis en España fue Francisco Franco. Hasta que sus soldados marroquíes no trajeron su hachís, la costumbre de fumar 'kif' era exclusiva de unos pocos intelectuales, como Valle-Inclán.

Sea como fuere, el cine cannábico en España siguió una evolución parecida al de Estados Unidos. Primero, con inquietud moralizante, como las 'guantás' que le arrea Paco Martínez Soria a su nieto en 'Abuelo made in spain'. Luego, con una serie de títulos a medio camino entre la denuncia y la apología, como 'El último viaje' (1974), de José Antonio de la Loma, y 'Juventud drogada' (1977), de José Truchado. Y, finalmente, la explosión con las películas 'quinquis' de El Torete, adláteres e imitadores: 'Perros callejeros' (1977), 'Perros callejeros II' (1978) y 'Los últimos golpes de El Torete' (1980), todas ellas de De la Loma, más las aportaciones de Eloy de la Iglesia, como 'Navajeros'. En ellas, la 'hierba' de los negros era sustituida por 'costo güeno'. No conducían 'dodges', sino 'simcas'. Y por sus altavoces no salía música 'funk', sino la rumba gitana de Los Chunguitos y Los Chichos. También hubo un subgénero cuartelario (la 'mili', origen de tantas adicciones), representada por 'La quinta del porro' y 'La batalla del porro'.

Recientemente se estrenó 'Año mariano' (2000), pero el emblema español del género es 'Bajarse al moro' (1988), adaptación de la obra teatral de José Luis Alonso de Santos por Fernando Colomo. Antonio Banderas, Verónica Forqué, Juan Echanove y Aitana Sánchez-Gijón protagonizaron esta comedia sobre un grupo de jóvenes 'fumetas' madrileños.

Fuente: El Mundo (Por Darío Prieto)

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