viernes, 6 de junio de 2008

INVESTIGACIÓN: IMPULSIVIDAD Y ADICCIÓN (II)

La dopamina es una amina que se sintetiza en el organismo a partir del aminoácido tirosina, al igual que otros neurotransmisores como la noradrenalina o la serotonina. Cuanto mayor es la activación del sistema dopaminérgico, mayor es la experiencia de euforia experimentada. La idea de que todo pueda estar relacionado con una misma sustancia química habilitada en el cerebro ha cambiado el modo de interpretar las dependencias. La dopamina no es sólo un químico que transmite señales de placer, sino que se configura también como la más importante molécula involucrada en la adicción. Como la mayoría de las moléculas biológicas importantes, la dopamina establece unos umbrales de equilibrio. Poca dopamina en ciertas áreas cerebrales desencadena los temblores y parálisis propias de la enfermedad de Parkinson; demasiada dopamina causa las alucinaciones y los pensamientos paranoicos de la esquizofrenia.

En cuanto a las drogas, las anfetaminas estimulan la producción de dopamina a nivel celular, la cocaína bloquea una enzima denominada DAT cuya función normal es absorber la dopamina que descargan las neuronas y la heroína se une al receptor dopaminérgico y estimula directamente los canales de refuerzo. Por su parte, la nicotina y el alcohol elevan los niveles de dopamina circulantes y, por otra parte, se ha identificado un compuesto químico desconocido en los cigarrillos que aumenta los niveles de dopamina por medio de un bloqueo de la enzima MAO B. Sin embargo, la dopamina es más que una molécula de placer y desempeña un extraordinario papel en el aprendizaje y la memoria.

En las adicciones, la dopamina actúa como un neurotransmisor tan potente que las personas, objetos, situaciones y lugares en que se consumió la droga quedan firmemente fijados en la memoria. Se ha demostrado también que, estimulados mediante el olor a tabaco, los fumadores no pueden controlar la urgencia de fumar de forma idéntica a como los perros estudiados por Pavlov no podían dejar de salivar ante el estímulo de comida.
Referencia: Jordi Montaner, 2007, "Dopamina, impulsividad y adicción".

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